Visiones inmaculadas. Emily Dickinson: el blanco
Cosa solemne – era – dije yo –
Que una Mujer – fuera – blanca –
Y llevara – si Dios me considerara adecuada –
El misterio inmaculado de ella –
Cosa tímida – el dejar caer una vida
En el pozo místico –
Demasiado desaplomada – para regresar –
Eternidad – hasta que–
Ponderé cómo sería la beatitud –
Y si se sentiría tan grande –
Cuando pudiera cogerla con la mano –
Como suspendida – vista – a través de la niebla –
Y entonces – el tamaño de esta “pequeña” vida –
Los Sabios – la llaman pequeña –
Se infló – como Horizontes – en mi pecho –
Y yo me burlé – por lo bajo – ¡“pequeña”!
(Emily Dickinson, Poemas 1-600. Fue – culpa – del Paraíso, Prólogo, traducción y lectura de los poemas en español de Ana Mañeru Méndez y María-Milagros Rivera Garretas. Edición bilingüe. Madrid, Sabina editorial, 2012, poesía 307).
“Toda la poesía de Emily Dickinson (1786 poesías conocidas) está hecha de misterios clitóricos y de conceptos concebidos sin falo. Toda su obra fue concebida en la fecundísima relación íntima que Emily tuvo durante la mayor parte de su vida, desde la adolescencia hasta la muerte, con Susan Gilbert, Susan Dickinson desde que, después de muchos aplazamientos y una depresión, Susan se casó con el hermano de Emily, Austin Dickinson, en 1856. Toda su obra fue concebida por la relación entre dos mujeres cuyos cuerpos femeninos fueron simbólicamente impenetrables e inaccesibles al coito, a pesar del matrimonio y del incesto.”
(“El placer femenino es clitórico”, p. 190).
Foto: Antonietta Potente.