Cuando una mujer se reconoce clitórica, tiene una visión. Se le ve en los ojos y en las manos. Su mirada se recoge hacia lo hondo sin bajar los párpados, contemplando extasiada su toma de conciencia, su hondura, sus riesgos, su libertad; sus manos juntas indican el placer divino de la unión interior que ella siente, unión mística, misteriosa, entera, virgen: su almacorporal (Antonietta Potente). Ella entiende. No cede ni regatea. Ya nadie podrá dominarla.
“Cada época tiene su Inmaculada que vuelve imbatible el placer femenino libre, el placer de ser mujer, inmaculada de origen, de nacimiento. Se trata de descubrirla, la Inmaculada de tu tiempo, no siendo hallada tú donde se espera hallarte. Porque si no has dejado de ser una mujer clitórica, tu inmaculada, encontrarla la encuentras donde menos te lo esperas.”
“El placer femenino es clitórico”, pág. 86.
Imagen
Inmaculada
Alonso Cano (1601-1667)
Catedral de Granada (Sacristía)
Juan-Alfonso García y Fernando Morales, Iconografía mariana de la Catedral de Granada, Granada, Cabildo de la Catedral, 1988, lám. 20).