He recibido esta exquisita carta-comentario de Nelly Marco a mi post de hace unos días “La guerra nuclear es posible porque la realidad es una refugiada”. Lo comparto contigo porque dice algo muy bello de cómo, hoy, la realidad se refugia también en algunas enfermedades femeninas, o en nuestro modo propio de enfermar.
Barcelona, mayo 16 del 2022
Querida y en este momento solo mía,
Milagros…
He recibido en mi corazón ardientemente tus palabras “La guerra nuclear es posible porque la realidad es una refugiada”. Parece que experimentó el “mal de corazón”. Tal vez mal, porque el fuego que logra abrazarlo lo hace arder. Sin quemarme, tus palabras estremecen en mí; como lo que el fuego hace a la madera. La respiración corta aporta brincos diminutos a mi corazón, saltos que ondeantes se recorren a la risa, al aspaviento. La sorpresa del instante en el que la verdad nítida como la sombra de las hojas aparece en el sol sin necesitar la noche.
Y parece que lamentara yo, el estado recio en el que la realidad se manifiesta para ti en estos momentos. Y parece también que sé que las encrucijadas que se muestren en circunstancias como estas tienen células vivas. Estar frente a lo que parece imposible de pasar y nos está pasando es derramarse. Derramamiento que solo ocurre porque estás preparada para vivirlo, para sentirlo en su plenitud. Derramamiento que tú misma convocaste en Amor y en búsqueda.
Y es claro entonces para ti y para mí que estar del otro lado del ejército de los erguidos, es más sensible y apoteósico que mantenerse intacta. En tu infinita sensibilidad, no me cabe la menor duda del contacto que has tenido con lo invisible de la enfermedad. Antes, mucho antes de esta encrucijada. Y también, lo que has vuelto a regalar al mundo con tus palabras ha sido solo posible en aquel viaje hacia adentro que describes de forma tan auténtica y viva. Te agradezco infinitamente que lo estés realizando y que tu ánimo vaya sin espada y en concordancia de Amor.
Sé que los tormentos atesoran lugares oscuros. Puedo sentir el tormento como túnel y también como pasadizo natural, concebido y criado por la naturaleza. Cualquiera que sea la imagen, siempre acaba. Enfermé. También he dicho que mi miedo enfermó. Toda yo enfermé. Porque no puede ser de otra manera. Como sumergidas en un río profundo, toda yo, toda tú, enfermas. Y ya sin respuesta o en ausencia de preguntas nos dejamos ir, y duele menos y el tiempo se vuelve otro desconocido al que también hay que decirle hola.
Ninguna de estas palabras hubiese sido posible de ser dichas sin ti gravitándome como lo haces. No me queda mas que agradecerte, honrarte como siento que lo hace el árbol a la primavera o al otoño y al mismo invierno.
Solo deseo que estas palabras sean flores por tu casa, un magnolio florecido en un fulgurante blanco, un lirio, una azucena, una rosa extremadamente blanca y algunos pensamientos entre amarillos y violetas. Este jardín florecido que también te sostiene.
Mi más fuerte abrazo
Nelly Marco