17 sept 2021 | Presentación de «El placer femenino es clitórico» en Madrid

El 17 de septiembre de 2021 a las seis y media de la tarde, Magda Lasheras Araújo (editora), Candela Valle Blanco (fundadora de Psicología en femenino) y María-Milagros Rivera Garretas (autora del libro) presentamos en el Patio de los Magnolios de la Biblioteca Iván de Vargas de Madrid, el libro El placer femenino es clitórico (Madrid y Verona, Edición independiente, 2020, Colección A mano, 2).

Ofrecemos aquí los tres textos que comentaron el significado del libro e introdujeron el coloquio que siguió.

Magda Lasheras Araújo

Lo primero que me gustaría contar es que Milagros hace Historia de las Mujeres, pero no al estilo de las «grandes mujeres de la Historia», ese tipo de saber casi enciclopédico que recaba datos biográficos sacados de contexto, como si aquellas mujeres fueran excepciones y salieran de la nada, sino que –fundadora como es ella– lo que sobre todo hace, y hace muy bien, es la historia de los vínculos, de las amistades, del amor, de los espacios y de las comunidades de mujeres. Por eso este libro a veces parece un diálogo a muchas voces y hace que casi te puedas imaginar apareciéndose, como en una obra de teatro, a muchas mujeres: desde aquellas que tallaban diosas en las figuras del Neolítico hasta María Zambrano, Emily Dickinson y por supuesto Carla Lonzi, pasando por una larga lista de sabias de la Edad Media –ese periodo pretendidamente oscurantista que sin embargo fue tan luminoso para muchas mujeres–, como Trótula, Hildegarda, Margarita Porete… o ya en la Edad Moderna, sor Juana Inés de la Cruz, por poner solo algunos ejemplos, que en el libro son abundantes.

Y lo segundo que quería contar es que, aunque Milagros ha sido catedrática de universidad y toda la erudición que hay aquí condensada es un verdadero regalo, una de las cosas que más me gustan de este libro es que no pretende ser objetivo. Al contrario, es un libro personal y valiente que deja clara su intención en el título y en la primera página y que está escrito desde la experiencia y desde el sentir; en lengua materna, como dice Milagros. Y eso hace que conecte inmediatamente con un tipo de verdad que se siente en las entrañas y que se te pone en la sonrisa exactamente al mismo tiempo que pasa por el cerebro: todo acontece a la vez.


La última vez que hablé sobre este libro yo dije que, como su nombre indica, es un libro puramente afirmativo y placentero, que se goza, que se disfruta, porque para mí fue así al leerlo. Y después algunas mujeres me corrigieron, diciendo que algunos pasajes les habían resultado dolorosos. Y creo que tienen razón, porque este libro habla del placer que nos es propio a las mujeres, pero también habla de cómo nos lo han expropiado, de una violencia física y de una violencia hermenéutica que se engarzan, y a las que podemos ver actuar en procesos como la invención de la vagina –porque la vagina hubo que inventarla; antes solo existía la matriz como un todo y no desmembrada–, la caza de brujas o la fundación de las primeras universidades, por y para hombres. Y si una hace el recorrido de esas violencias y comprende las consecuencias que han tenido en la propia vida, admito que esto puede llegar a ser, efectivamente, doloroso.

Porque al fin y al cabo, como dice Milagros en el libro, hemos vivido desde hace siglos –y continúa hoy– una batalla por lo simbólico: y el primer objetivo de esa batalla ha sido negar la existencia y el valor del orgasmo clitórico, porque ya se sabe que una mujer sin placer es mucho más fácilmente dominable en tanto que vive debilitada, desorientada y triste. Y esta tristeza, como también el dolor que una puede sentir leyendo algunos pasajes del libro, es política.

Pero bueno, yo insisto en que, para mí, este libro es sobre todo una celebración de nuestro placer, una especie de historia del placer femenino, y un proyecto de una fuerza política extraordinaria que consigue recuperar el vínculo milenario entre el sentir, el alma y nuestro placer, el placer clitórico.


María de las Candelas Valle Blanco

Este libro nos invita a vivir en la era de la perla, aquella que acaece después del final del patriarcado. Y yo quisiera presentarlo para su lectura, también desde ese lugar.

La propia autora escribe en la página 17: «Hoy terminado el patriarcado, me atrevo a decir la verdad de las mujeres, mi verdad: la verdad de las cosas que me pasan en el sentir profundo».

Y de eso va el libro, de sacar a la luz la verdad de las mujeres. Una verdad, que por ser verdad, siempre ha estado ahí, y está en cada mujer, más o menos tapada, más o menos reconocida, más o menos experimentada pero está, y este libro, escrito por Milagros desde la verdad de su sentir propio nos la muestra.

Es un libro valiente, una valentía que se inicia ya en el título, que no deja indiferente cuando se lee, que llama a adentrarse en sus páginas para ir descubriendo la perla que nos anuncia.

Es también un libro de inicio. Inicio porque te lleva al origen, al antes de la violencia contra las mujeres, y porque te hace ver que las mujeres siempre estuvimos ahí, y por tanto, el inicio está en mí, en cada una de nosotras que se reconoce mujer clitórica y desde ahí puede hacer su propio camino.

Un libro donde encuentras respuesta a preguntas que te has hecho, e incluso a las que no te has hecho aún, con lo que se convierte en un descubrimiento. Descubres que hay un Mundo a tu medida, un mundo donde la diferencia de ser mujer se encuentra con su propio infinito, con la sensación de haber encontrado un origen desde el que sentir el placer de ser mujer y desde ahí hasta el infinito.

En los cuatro capítulos del libro, la autora nos va desmontando la mentira y nos lleva al verdadero origen. Del enredo y la manipulación que utiliza un lenguaje, que usurpó la palabra verdadera, la autora nos lleva a la lengua materna, aquella que une cosa y palabra, y ahí nos abre un mundo de sentido, conecta con nuestra propia experiencia.

No es un libro que se pueda leer sin que nos afecte, de ahí, en mi opinión, su gran valor para nosotras y, por eso digo que conecta con nuestra propia experiencia, porque al haber sido escrito por Milagros desde su verdad y desde su sentir propio, toca nuestro sentir presente, conecta con la experiencia de vida que cada una haya tenido en relación con su ser mujer. Por eso hay que dejarse decir por su lectura, ir leyéndolo a la medida de cada una, cuantas veces sean necesarias. Nos da tanta información sobre el placer de ser mujer que necesita ser leído varias veces, hasta llegar a ver ese mundo femenino del que Milagros nos habla y que quizá no habíamos visto, esos símbolos en las ciudades, en las casas, en el arte. Llegar a reconocer nuestro origen materno, nuestra lengua materna, que dice Milagros en la página 202: «la lengua materna tiene a su disposición muchos caminos, porque son muchas las madres y muchas las y los hablantes que ella trae al mundo», último epígrafe del libro, precioso de leer, en el que Milagros nos habla del encuentro con su propia madre, Magdalena.

Milagros es capaz de guiarnos desde la primera hasta la última página con finos y firmes hilos de verdad histórica desde la mentira y el engaño que nos han contado sobre quienes somos las mujeres hasta el origen verdadero, hasta la palabra auténtica que nombra lo que es.

En el primer capítulo, equivocarse de orgasmo, nos propone buscar las respuestas en el libro de la vida, de la experiencia personal para reconocer, que el placer femenino es siempre libre. Lo sabemos porque nos lo dice el sentir de las entrañas, que nos sostiene y orienta siempre. Entrañas femeninas completas, compuestas por matriz y vulva que la política sexual machista fragmenta, inventándose la vagina e imponiendo el orgasmo vaginal con el objetivo de conseguir por todos los medios que las mujeres nos equivoquemos de orgasmo. Una manera perversa de confundir a las mujeres desde niñas para que olvidemos el placer femenino propio y libre, el placer clitórico. Leer el capítulo desde la era de la perla, que propongo al principio, nos permite poner nuestra mirada en desmontar nuestras dudas sobre nuestro propio placer, sobre la vivencia que hayamos tenido de nuestro cuerpo de mujer, sobre la confusión o incluso la culpa si no he disfrutado de mi cuerpo según la imposición masculina del orgasmo vaginal a través de la penetración, dudas sobre cómo vivo el placer de cuerpo entero…todas estas dudas y las que se os puedan ocurrir, desaparecen al reconocerme el placer de ser mujer y de sentir el placer clitórico del alma encarnada. Dice Milagros en la página, 16: «no hay placer femenino que no tenga en cuenta el alma y su goce».

Continúa Milagros descubriéndonos un mundo y una cultura previa al patriarcado , que nunca lo ocupó todo, ni la vida entera de una mujer. Un mundo de diosas y de mujeres clitóricas, de lengua materna que los inventores del contrato sexual usurpan y someten por la violencia y cuyo objetivo es destruir el conocimiento femenino propio. Lo hacen por medio de la violencia hermenéutica o clitoridectomía simbólica, que va a lo largos de siglos construyendo un entramado que dificulta, y mucho, a una mujer la expresión del placer femenino de la concepción de conceptos, desde su diferencia femenina, desde su propio cuerpo de mujer clitórica y del sentir de su alma sexuada. La violencia hermenéutica es intrínseca a la universidad, es el pensamiento del pensamiento. Milagros nos dice en la página 61, que en ella la violencia hermenéutica o clitoridectomía simbólica cayó cuando la pudo sentir en la profundo y sintiéndola, pudo ponerla en palabras.

En el capítulo tercero, glosa del placer clitórico, Milagros nos recuerda que toda mujer es clitórica y nos muestra cómo han pensado las mujeres de ayer y de hoy el placer clitórico. Nos abre la mirada a sígnos y símbolos clitóricos que nos pasaban desapercibidos, a nombres del clitóris, al amor entre mujeres, a la mística femenina, te abre un mundo hermoso de relación y amor entre mujeres y de disfrute del placer clitórico. Dice en la página 94 «las fuentes de todo tipo, los datos y los relatos de la experiencia femenina libre -siempre libre si femenina- están ahí disponibles al alcance de la mano, nunca mejor dicho. Son nuestras revoluciones simbólicas, no la ley ni siquiera la educación sino ese, de pronto, súbitamente, ver y percibir en femenino, lo que cambia el mundo deteniendo la violencia hermenéutica, haciéndola decaer o quedar en ridículo, porque cambia para siempre tu relación con lo real cambiando tu sentir, llevándote a vivir algo nunca vivido de la coincidencia entre sentir, sentido, origen, las cosas y tú».

La mujer clitórica es capaz de concebir cuerpos sin coito y conceptos sin falo, a explicar y documentar esta afirmación que seguramente nos cuesta comprender, dedica Milagros el último capítulo. Capítulo que termina con el epígrafe al que antes me referí, «la inteligencia, entendimiento y método de la lengua materna», que nos dice, la ha inspirado en la escritura de este maravilloso libro cuya lectura, personalmente, considero necesaria para las mujeres, y también para los hombres que saben amar a las mujeres.

Madrid 17 de Septiembre de 2021


María-Milagros Rivera Garretas

Este libro –yo creo–, hay que entenderlo, si apetece leerlo, teniendo en cuenta un acontecimiento que se ha dado y se sigue dando cada día en el presente, un acontecimiento que es el final del patriarcado. Deshacerse del patriarcado en la propia vida es lo mejor que nos podía ocurrir a las mujeres nacidas en el siglo XX y en el XXI. Es el gran triunfo del feminismo. Las feministas no podíamos conformarnos con menos. Una vez ganada una lucha, conviene disfrutar de la victoria y consentirse placer y felicidad.

El patriarcado ha terminado en las vidas de las mujeres, no o menos en las estructuras, en los sistemas de poder, que siguen decayendo sin acabar de ser sustituidas por la vida y por las relaciones sin fin, que son las más corrientes, placenteras y eficaces en cada vida. Ha acabado con el patriarcado cada mujer que lo saca de su cama, de su casa, o que, si tiene un hijo, no lo educa como patriarca ni espera de él que lo sea, porque sabe que no será feliz. Si no consigue quitárselo de encima del todo, lo que queda del patriarcado en su vida ella lo vive como una injusticia, no como un hecho inevitable. Las mujeres ya no damos al patriarcado crédito alguno. El crédito que le dábamos nos lo hemos devuelto a nosotras mismas, a lo que cada una siente y sabe en su ser de mujer, al propio placer y al propio deseo. Esto es el final del patriarcado.

Cuando acaba con el patriarcado, una mujer se da cuenta de que ella estaba siempre antes, de que viene siempre antes, viene del antes del antes, en una genealogía infinita de hijas, madres, abuelas: abuelas, madres, hijas. Se da cuenta de que la libertad femenina no es algo por lo que luchar a pesar de su sexo sino algo que le pertenece precisamente por ser mujer, por su sexo, sin más. Así, ella se desplaza de la economía de la miseria femenina, esa que nos mantiene perpetuamente aburridas y avergonzadas cuando somos mencionadas donde sea, en los medios de comunicación, por ejemplo, hablen de lo que hablen, sea Afganistán, el empleo, la natalidad, el salario, la violencia, la brecha de esto o de aquello…, y empieza su propia aventura.

La aventura que este libro propone es la del placer, el placer femenino propio, libre de patriarcado y de vaginalidad: el placer clitórico. El placer no tiene contrario o antónimo, no está en lucha dialéctica con nada ni con nadie: o está o está ausente. El dolor no es su contrario, ni tampoco la culpa, aunque el no sentir placer dé mucha pena. El dolor existe por sí mismo: el juntarlos, dolor y placer como contrarios, sobre todo para adjudicarnos el dolor a las mujeres, ha sido una operación típicamente patriarcal pacientemente sostenida, que por fin ha perdido su vigencia porque ha sido desenmascarado el contrato sexual, su fundamento legal naturalizado, en el mundo entero. La mejor prueba es el movimiento MeToo.

Las mujeres hemos tomado conciencia de que tenemos una gran predisposición para la felicidad y el disfrute de la vida. Somos sus creadoras y criadoras. Sabemos que la vida es la única insistencia, la que siempre nos reclama. Sabemos que Amor da y sustenta la vida. Muchas preferimos la Via gaudii, la Vía o camino del goce, a la Via dolorosa o a la Via crucis, la Vía de la cruz, la cruz entendida como meta de un camino de tortura, negación y sufrimiento, de sacrificio y de redención del dolor. Porque la cruz puede ser y es otra cosa, por ejemplo una encrucijada femenina preciosa, un lugar de encuentro, en primer lugar, de una misma, como planteo en el libro.

De este libro ha dicho una teóloga, Antonietta Potente, en una de las primeras presentaciones que hicimos cuando todavía no nos podíamos juntar en presencia, que es una nueva Anunciación, una nueva visión. Porque va mostrando que el placer clitórico, el placer que no se equivoca de orgasmo, es expresión de lo divino, es placer de las entrañas y del alma, inseparables; y así, es punto de salida a todo, a la vida: es arché originaria, principio e inicio de todo, sobre todo de la propia aventura y de la propia felicidad. Tomando el placer clitórico como inicio, se puede decir algo de la Primera, la Primera y Divina Presencia, de la que inicia el universo, y de la Naturaleza inconmensurable que la alberga y que existe en tanto que experiencia femenina. Partiendo del sentir de las entrañas y del alma, de la propia experiencia vivida en lo más hondo, las mujeres nos damos cuenta de que la experiencia femenina hace Mundo y es divina.

Yo no sabía cuando escribía el libro que podía acabar siendo, o siendo considerado, una nueva Anunciación, ni una anunciación siquiera. Pero sí reconozco que la experiencia de escribirlo ha sido completamente distinta de la de los libros anteriores. Escribir es siempre un esfuerzo, un atravesar una puerta estrecha en permanente búsqueda de la expresión justa, de la palabra justa, la que coincide con lo que quieres decir sin saber del todo, hasta que lo pones en palabras o, mejor, hasta que te salen las palabras, qué es lo que quieres decir. La escritura de este libro ha sido, además, una experiencia sorprendente de placer, placer del cuerpo y del alma, inseparables.

Es esta pequeña palabra, “inseparables”, la clave de todo. Yo me daba cuenta de que, según escribía, la repetía una y otra vez, “placer de las entrañas y del alma, juntas, inseparables”, hasta dudar de si me estaría poniendo pesada. Y sin embargo, yo misma estaba aprendiendo; ese repetir era la parte inspirada que tiene siempre la escritura, la escritura de la experiencia, la que hace pensamiento de la experiencia, que es completamente distinto del pensamiento del pensamiento típico de la universidad. La parte inspirada de la escritura que es la que dice una verdad que la propia autora no conocía antes, y que repite para enterarse también ella de lo que está diciendo.

El patriarcado fue construido y mantenido durante siglos dividiendo y separando, como es propio de los sistemas del poder social, poder que degrada a quien lo sufre y degrada también a quien lo ejerce. El placer, en cambio, une, une y da consistencia y también certidumbre.

Lo primero que hizo el contrato sexual, fundamento del patriarcado, fue separar a cada mujer de su placer propio, el placer clitórico e incluso, mucho más tarde, ya en el siglo XX, inventarse un orgasmo inexistente, el orgasmo vaginal, sabiendo que el placer femenino es clitórico. Sin placer, una mujer se debilita, se desorienta, está triste, intranquila, va de un coito a otro buscando y no encontrando, sintiéndose inadecuada; corriendo, además, riesgos no banales. A veces, acaba cayendo en depresión o en esas otras enfermedades femeninas del alma corporal como el dolor crónico o la fatiga o la fibromialgia, que matan en vida y que resultan incurables porque jamás se investiga su origen y, si se mira, no se quiere ver; o ni se entiende, ni cabe en la cabeza, insinuando que te la inventas, que es lo peor que le puede pasar a una persona enferma. Pero a una mujer el placer le pertenece por ser mujer, no a pesar de serlo, no a pesar de su sexo. Es esto, desarrollado con ejemplos y experiencias vividas y contadas por mujeres, lo que encontraréis en el libro.

Hoy, sin patriarcado, el placer clitórico comparece como una tierra de nadie, tierra libre para cultivar, para ser cultivada, cuidadosamente labrada. Su tierra de nadie es la mística, la mística femenina, siempre femenina aunque la practiquen hombres. Creo que sobre todo en este sentido el libro puede ser esa nueva Anunciación que decía de él la teóloga Antonietta Potente. La mística ha sido siempre sospechosa para el catolicismo, que es el cristianismo que tiene Virgen, que tiene en su origen a la Diosa Madre sin coito. Ha sido sospechosa precisamente porque, como las demás religiones monoteístas, el cristianismo apoyó siempre el contrato sexual. En cambio, la Virgen no se equivoca nunca ni de placer ni de orgasmo, no entra en el contrato sexual. Como las mal llamadas frígidas.

La Mística escruta el Misterio. En nuestro Mundo, el misterio más interesante que hay es el del placer clitórico. El transpoder, que no deja decir libremente “soy mujer nacida de mujer”, lo prueba. ¿Es hoy una amenaza la clítoris?

Se dice en los medios de comunicación que el futuro es mujer y oriental, y se dice enigmáticamente, como preguntándose qué es lo que está pasando realmente. La verdad es que tiene su gracia, lo de oriental: mejor que pase en China o en Corea del Sur, que por aquí cerca. Cuanto más lejos mejor. ¿Será una amenaza, la clítoris? Sí, parece que sí.

Este libro, El placer femenino es clitórico, habla de la Era de la Perla y la anuncia, sabiendo que ha existido siempre, porque el patriarcado no ha ocupado nunca la realidad entera ni tampoco la vida entera de una mujer o de un hombre, aunque haya deseado ocuparlas. La expresión me salió según iba escribiendo, y dudé entre Era de la Perla y Era del Placer Femenino, que finalmente dicen lo mismo. La Perla es uno de los nombres universales de la clítoris, conmemorada en todas las mujeres y niñas que se ponen perlas y en las que se llaman Margarita (que significa “perla”, en latín), y en sus correspondientes santas, como Margarita de Antioquía, epitome de mujer guapa desde el siglo V, cuando fue asesinada Hipatia de Alejandría (415) o, de otra manera, en el refrán que dice “no echar margaritas a puercos”. La poesía y la novela femeninas, si una se fija, vuelven sobre ella, la Perla, una y otra vez. La expresión Era de la Perla la deduje, sin que lo diga literalmente así, de la poesía 716 de Emily Dickinson.

El libro está publicado en una Colección que fundamos en 2020 en Amazon, Barbara Verzini y yo, una colección de libros de autoras que se llama A mano. Primero con su libro La Madre en la Mar. El enigma de Tiamat, y después con el mío. Ahora tenemos 5 títulos. La fundamos en Amazon, aun conociendo el rechazo que suscita, porque no queríamos someter nuestros libros al juicio de nadie que pudiera exigir o sugerir cambios para publicarlos. Tampoco quisimos que nadie tuviera que arriesgar con nuestros libros una inversión en capital. Amazon es una plataforma de ventas, no pregunta ni juzga, y puedes publicar tus libros sin coste alguno. La edición es de cada autora y la distribución de los libros fuera de esta plataforma de ventas, también, al igual que los impuestos debidos, estos tanto fuera como dentro de la plataforma. Por eso podemos venderlo hoy aquí, como cualquier otro libro, a través de la librería Sin Tarima, que ha tenido la amabilidad de acogerlo.

Muchas gracias.

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