Hoy te ofrezco, muy agradecida, los comentarios que he recibido sobre el post «¿Por qué matarán tanto los hombres?» Cuentan experiencias preciosas que atesoro para seguir pensando. La pregunta parece enorme y la respuesta acabará siendo sencilla.
Foto: La Madre Virgen Reina Sola. Verona, Iglesia de San Miguel Arcángel por Donatella Franchi.
«Yo llevo mucho tiempo pensando que es natural, en general los XY tienen una tendencia natural a la guerra. Pienso que al intelectualizarlo erramos. Pienso que basta con mantenerse lejos de los hombres pero es una idea que ha estado tan atravesada por mi dolor personal que suena a odio, y quizá lo sea, pero también es pura evidencia. Como te pueden matar si no te tienen a mano?»
Paulina García
«Grazie Milagros, per volere condividere questo dolore che anche io sto provando e che sgomenta.»
Donatella Franchi.
«Gracias María-Milagros. Cuando vi la declaratoria de la Guerra por parte de Israel, la pregunta que me hice fue
¿Por qué los hombres insisten aún hoy tanto en la guerra?
Claro, necesitan sentir ese minúsculo poder en su boca de pronunciar tales palabras como si las palabras no contuviéran a la muerte como compañera, me contesté. En el rostro de quien las dijo se notaba la frase completa, de lo que no dijo, declaro la guerra y ‘te voy a ganar’, como cuando éramos niñas y niños jugando con nuestros soldaditos en la mano… ¡Gané, gané! En la guerra las mujeres nunca ganamos, las mujeres en la guerra, siempre declaramos la vida, aún de aquel que pronunció las lastimosas palabras, nacido de una mujer.»
Patricia Meza
«¿Por qué mi hijo de 11 años ama las armas desde siempre, más que nada? Juega a matar como si nada tuviera que ver con la muerte. Por mucho tiempo la prohibición, después la rendición, por último la aceptación. Le veo jugar y todavía no salgo de mi asombro. ¿De dónde surge todo esto?»
«Ayer hablaba de esto con una amiga que también es madre. Matas lo que no conoces, no conoces la enormidad que supone traer una vida al mundo, preservarla, hacerla crecer, compartir con ella sueño y hambre, sueños y bellezas … y como no la conoces, esa grandeza que se hace en cada gesto pequeño y repetido de la vida de cada día, esa liturgia delicada que es acompañar una vida, la puedes destruir. Destruirla es la necesidad de hacer pequeño algo enorme que no te pertenece: la vida. Para mí, esa es sin duda la ignorancia fundamental. Esta amiga, que es de ascendencia judía, me contó a su vez que en medio de la tristeza de la situación porque tiene parte de su familia en Israel, su hija le propuso una solución: tomar un té con una amiguita árabe de la escuela. Eso hicieron. Para mí todos estos días, esa es la noticia, esa es la imagen que me acompaña, esas dos madres y sus hijas tomando un té.»
Marta Vergonyòs
Con amor, gratitud y la esperanza de que se trate de testimonios del final del patriarcado, cuya agonía está dejando a los hombres sin ley, y con el recuerdo de que una mujer no necesita a un hombre para ser feliz, te saluda María-Milagros Rivera Garretas.