La Impostora

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La Impostora

Hoy te invito a meditar sobre una experiencia terrorífica del Mal entre mujeres de la que trata el libro Tocadas por el Mal. Es la impostura. La impostora dice que te ama pero, en realidad, quiere poseerte hasta convertirse en la que tú eres, anulándote para creer que ella escribe lo que tú escribes, esculpe lo que tú esculpes, crea lo que tú creas, es la que tú eres y ella nunca podrá ser. Cuando consigas desenmascararla, serás feliz y libre. No es fácil pero es posible.

“La palabra impostora la carga el diablo. Sin pactar con el diablo, la impostora no es nada. Por eso, el pronunciarla desata un cataclismo.

Me lo enseñó esta pesadilla:

Una mujer sueña que va por las calles de una ciudad y de pronto divisa dentro de una tienda a otra por la que había sido sometida durante tiempo al confuso mal de la posesión y la impostura. Sigue andando como si no la viera. La otra se agita, se tira al suelo y con la cabeza va excavando furiosamente un túnel que pasa por debajo de los cimientos de la tienda y, serpenteando con el cuerpo entero, como un reptil, avanza y avanza excavando hasta salir a la superficie precisamente en el punto en el que ella se encuentra, el punto al que ella ha llegado huyendo del Mal. El túnel es subterráneo pero transparente, de modo que todos los movimientos sinuosos del reptar y del excavar con el cuerpo son visibles. Aterrorizada, se despierta.

En los túneles se mueve lo peor, los excava y los frecuenta el Mal. La posesión nunca es Amor. La impostura nunca es Amor.

La pesadilla muestra y prueba que el Mal es y actúa por sí solo, sin contraposición dialéctica con el Bien. El Mal, en la vida, está o no está, está presente, ya sea visible, ya sea escondido o subterráneo o como herida, o está ausente. De ahí la pregunta insistente, angustiosa ¿por qué? ¿por qué?”

(“Tocadas por el Mal”, págs. 40-41).

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