Misterios medievales de la Madre Magna

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Misterios medievales de la Madre Magna

Foto: Marta Vergonyós Cabratosa

Hoy comparto contigo el texto que presenté en el Festival MaMa de Madremanya (Girona) el sábado 13 por la mañana. Pronto saldrá el vídeo en Vimeo. Se dio un ambiente estupendo, de atención, de emociones, de silencio también. Sobrevoló Ella. ¡Que lo disfrutes!

Madremanya, Festival MaMa 2025, 13 septiembre 2025, 11:00 h. Iglesia de San Esteban. Marta Vergonyós Cabratosa, Denys Blacker.

Misterios medievales de la Madre Magna

María-Milagros Rivera Garretas

Durante siglos y desde algún momento de lo que llamamos la Edad Media (o sea, más o menos los mil años que pasaron entre el siglo V y el siglo XV), ha habido en este templo una imagen de mujer que presidía un altar.

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Imagen 1

Ha sido una imagen de la  MATER MAGNA, Madre Magna o Madremanya, la madre grande que da nombre al propio pueblo o asentamiento desde probablemente la conquista y la colonización romanas. De la iglesia en la que estamos hay noticias escritas desde el año 994, o sea, desde hace más de mil años. El pueblo y la madre magna que residió aquí son, sin duda, anteriores a esta fecha, o sea, anteriores al siglo X y a la colonización romana con su lengua latina.

La imagen es, como decía, de la Gran Madre, Mater Magna. En su origen, esta Gran Madre fue una diosa a la que llamamos Cibeles siguiendo la tradición del nombre que le pusieron los griegos, pero Ella era muy muy anterior a la cultura griega y mucho, muchísimo más grande que la propia cultura griega. Ella venía de una zona llamada Frigia, en Asia Menor, en el altiplano de Anatolia. Tenemos noticias suyas desde la Prehistoria, al menos desde la Edad del Bronce, o sea, desde milenios antes de la Era cristiana. Desde siempre ha habido en lo alto de la colina en la que se alza la iglesia en la que estamos, un templo dedicado a la Mater Magna, dicho en una lengua completamente distinta, quizás ibera. A su lado, san Esteban, protector contra las granizadas, cuyo nombre lleva ahora esta iglesia, es un personaje menor.

La Mater Magna o Madremanya es el Origen, el origen con letra mayúscula y con letra minúscula, la creadora del Todo y de todo, mi creadora también. Es la madre que, ella sola, engendra y genera, tanto a las mujeres como a los hombres, las niñas y los niños, los dioses incluidos, Dios también. Y es la que, para que todas sus criaturas puedan vivir y disfrutar de la vida, protege y favorece la fecundidad y la belleza de la Tierra. Por eso, en nuestra cultura, la  Mater Magna la representamos a veces como una gran señora sola muy lujosamente ataviada que se pasea cómodamente por el mundo en una gran carroza llevada por dos leones uncidos.

La Madremanya es, en la realidad, esa mujer cualquiera que cuando nacemos descubrimos que es grande y que anda siempre por allí, milagrosamente interesada en nuestra supervivencia y en nuestra felicidad.

Del año 1035 es, que yo sepa, la primera noticia escrita que tenemos de Madremanya. En ese momento, es probable que la iglesia en la que estamos estuviera ya bajo la advocación o nombre de Santa María, como tantísimas otras iglesias y capillas románicas y góticas. El altar mayor lo presidiría, probablemente, una escultura preciosa de Santa María, madre de Dios como se dice en el cristianismo, tallada en madera y pintada, con su hijo en brazos. Cuando hacia el año 1300 empezó la reforma de esa iglesia para convertirla en el templo actual, estaba ya allí la Marededeu que todavía conservamos, una imagen que es anterior a esta reforma. Se trata, como veis, de una impresionante talla en madera policromada creada por un o una artista catalana anónima, datada entre 1251 y 1300, una escultura que mide 50 x 24 x 22 centímetros, llamada Marededeu dels Àngels. Esta Virgen, Virgen Purísima la llaman también aquí, fue desplazada del altar mayor durante las reformas del 1300 (un siglo difícil para las Vírgenes) a una capilla lateral, una de las dos que hay, la que tiene en el altar el sagrario. Y ahí estuvo durante siglos, continuadora de la Mater Magna frigia y oriental, hasta que fue llevada, probablemente en el siglo XX, al Museo Diocesano de Girona, como sabrán mejor que yo las mujeres de este pueblo sagrado. Del Museo Diocesano pasó adonde está hoy, el Museu d’Art de Girona, fundado en 1976.[1]

En el catálogo del Museo Diocesano de Girona, esta imagen se llama Mare de Déu dels Àngels, Madre de Dios de los Ángeles o,  más probablemente, de las Àngelas. Ángel significa “mensajero”; pero resulta más probable que la Mater Magna tuviera mensajeras, ya que el Santuario que esta Virgen tiene aquí cerca, el Santuari dels Àngels, en la cima del Puig Alt, Macizo de les Gavarres, es todavía hoy, milenios después, un lugar de culto sobre todo de mujeres, que llevan exvotos a la Madre Magna en amor y agradecimiento por su ayuda y su estar siempre ahí, disponible como las madres. En la misma ladera  del Puig Alt está el Manantial de Nuestra Señora de los Ángeles o Ángelas, un manantial de aguas medicinales: una cosa, la medicina, muy de mujeres en la Edad Media, cuando a las médicas las llamaban simplemente “mujer”, mulier en latín, en los textos de la época. El agua es, entre otras cosas, el principio creador femenino, el primero de los llamados Cinco Elementos.

La Mater Magna esconde en sí muchos misterios, misterios medievales y también más antiguos, que poco a poco hemos ido olvidando, o que casi ni entendemos ya, aunque los recordemos. Yo voy a explicar dos.

El primer misterio es la VIRGINIDAD. Verge Purissima, la llamaban en el cristianismo medieval en este pueblo cuando la trasladaron del altar mayor al altar de la capilla del Sagrario del Santísimo, como he dicho. Virgen porque nunca tuvo marido, nunca conoció varón, como se dice oficialmente. Virgen igual que María de Nazaret, pero recordando que, muchísimo antes, desde el origen de los tiempos, fue siempre virgen la Mater Magna que llamamos Cibeles, y otras en otras zonas, como Laia la Arquera, arquera de la Luna, por ejemplo, en la Península Ibérica. O la Mari vasca. La Mater Magna no conoció varón porque, entre otras cosas, varones no había ni habrá nunca para Ella. Ella genera y engendra sola. Se vale por sí misma. Y sigue siendo Purísima cuando haya varones, engendrados y generados por Ella. O sea, Virgen y Purísima son lo mismo. Lo cual indica que el no haber sido tocada o penetrada por un hombre, un varón, sea considerado una señal o prueba del gran valor de la mujer: de su libertad, de su claridad, de su fuerza, de su alegría, creatividad y belleza. A la manera de la Perla. Hoy no sé si entendemos este misterio.

El misterio de la Virginidad tal y como se interpreta en Madremanya nos ayuda a descifrarlo una tradición artística mediterránea preciosa, que es propia de la Grecia preclásica o Grecia Arcaica, o sea, del siglo VI antes de nuestra Era y hacia atrás, anterior a la polis patriarcal de Grecia. Es la tradición de las esculturas de mujeres jóvenes llamadas Kore, Kore arcaica, palabra griega que significa “doncella” o “virgen”.

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Son esculturas bellísimas de mujeres casi sonrientes, de ojos grandes muy expresivos y sugerentes, como la Marededéu dels Àngels de Madremanya siglos después, esbeltas, con los pies bien plantados en el suelo, bien erguidas. Las Kore arcaicas llevan a veces en la mano un pequeño objeto enigmático que las distingue. Este pequeño objeto tiene una forma especial. Hay quien dice que de bellota, aunque yo he visto muchas bellotas en las dehesas y no eran así. Este objeto es, en realidad, en mi opinión, el órgano femenino del placer, llamado clítoris en la lengua griega, una palabra que hoy día usamos mucho en negativo, precisamente para referirnos a su ablación o corte, delito terrible contra las mujeres llamado justamente clitoridectomía. A las poetas les suele gustar más llamarlo Perla: a Emily Dickinson, por ejemplo, que le dedicó muchas poesías en el siglo XIX, en Nueva Inglaterra. Este objeto es su distintivo, el distintivo de la Kore, de la doncella: indica, precisamente que son vírgenes y que ese es su placer, el placer que llamamos clitórico.

En la base de la escultura, esta Kore arcaica lleva una inscripción muy significativa. La inscripción dice “La siempre virgen”, “La sin matrimonio”. Ella enseña, por tanto, a las mujeres y a las niñas que la virginidad es libertad y es sabiduría y es creatividad, que es bueno para una mujer y para una niña el saber vivir sola. Y disfrutarlo.

La Kore griega arcaica que estamos viendo tiene, además un grabado en el costado derecho que se refiere a lo mismo, al órgano del placer femenino libre. Es el grabado de una pequeña esfera que irradia, dibujando un círculo de rayos en una flor más grande. Como sucede con el placer femenino libre, como la Perla que irradia en un círculo, rueda o esfera. Como la luna llena en ciertas condiciones. Es muy interesante que mil años después, en algunas esculturas medievales románicas o góticas de la Virgen María, podamos ver que ellas sostienen en la mano derecha un objeto de forma similar al de las Kores de la Grecia Arcaica; para significar lo mismo: su virginidad y su placer. Por ejemplo, esta conservada en la Catedral de Cuenca.

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Imagen 3 (Cuenca)

Lo habitual, sin embargo, es que las vírgenes románicas y góticas lleven una esfera perfecta para referirse a lo mismo, a su placer y a su virginidad; y no para dar lecciones de astronomía diciendo, como suelen hacer los manuales de historia del arte, si es que dicen algo, que ellas sostienen la bola del mundo.

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Imagen 4 (AZA)

En cambio Nuestra Marededéu dels Àngels o Verge de Madremanya, como las 12 Maresdedeu medievales de esta zona conservadas en el Museu d’Art de Girona, no lleva nada en la mano derecha, no lleva esfera.

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Imagen 5 (Perfil derecho)

Resulta interesantísimo observarla bien, y la verdad es que yo no lo había visto antes de preparar este texto. Porque su mano derecha indica y significa lo mismo -el placer femenino y la virginidad- con la meditada posición de sus dedos de la mano derecha, los dedos índice y corazón. Una posición de los dedos que es llamativamente la misma que la de la Kore arcaica que hemos visto, mirada de perfil: posición del placer femenino virgen.

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Una posición parecida y distinta de la de la mano de su hijo, que señala hacia arriba: un hijo que en la tradición mediterránea de las Tres Madres no era niño (como en el cristianismo) sino niña: Tres Madres que son la Abuela, la Madre y la Hija, también llamadas Trinidad Femenina o Santa Generación. Una posición de los dedos que los hombres de iglesia patriarcales reconocerán que es la posición de la bendición, la bendición de las Vírgenes, aunque sin saber esto último: la bendición clitórica, la bendición de la Gran Madre y de la madre concreta y personal simultáneamente. De nuevo, el placer de la Madre Magna, el placer femenino libre, la bendición clitórica. También la Kore arcaica es una madre magna, una madremanya y corriente.

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Imagen 5 (Perfil derecho)

El segundo misterio, consecuencia del anterior, es que resulta que la Madre Magna no solo es Virgen sino que es también Madre. Madre virgen, madre sin varón. Nuestra Marededeu dels Àngels lleva, como es habitual, un hijo en su brazo izquierdo, el del lado del corazón. Pero ella es virgen purísima. Cuando explico esto en clase, siempre hay alumnas que se sublevan y dicen, a veces enfadadas ¡pero eso es imposible! Hay que transfigurar los sentidos para verlo, para caer en la cuenta, la verdad, sí, para salir de la soberbia de la razón y poder entrar en el Misterio. Una vez transfigurada en un soplo instantáneo la propia mirada, los propios ojos, caemos en la cuenta de que es así, de que es verdad: la Madre Magna es madre sin coito. Y naturalmente nacida sin coito. La Mater Magna es una mujer cualquiera. Y Madremanya lo celebra y lo recuerda, milenio tras milenio. 

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¿De dónde se deduce que la Madre de Dios, la Marededéu dels Àngels y todas las demás, son madres sin coito, vírgenes y madres? Nos lo dicen el arte y la lengua materna. Nos lo dice la evolución artística, en Europa, de la esfera que las Madres de Dios llevan habitualmente en la mano derecha. Lentamente, entre el románico y el gótico y hasta el Renacimiento, la esfera de la mano derecha de las Vírgenes se va volviendo más expresiva. La esfera redonda perfecta, hierática incluso, del arte románica va evolucionando poco a poco hasta convertirse en flor. Primero se convierte en una flor sencilla, alegre y bella; después, en una flor de varios pisos, según el sentir, los gustos y las experiencias de las escultoras o de las mujeres que encargaran la imagen. Flor es uno de los nombres comunes de la vulva virginal. Lo muestra, por desgracia, el desagradable sentido del verbo “desflorar”, que significa, como es sabido violar.

Muchas gracias.


[1] Museu d’Art de Girona, Fons del Bisbat de Girona, Marededéu dels Àngels, Registro número MDG 0100.

[2] Atenas. Museo Nacional de Arqueología. Agradezco la imagen a Neus Calvo Escamilla, que la está estudiando. Sobre la bellota como forma de la clítoris, María-Milagros Rivera Garretas, El placer femenino es clitórico, Madrid y Verona, Edición independiente, 2020. Colección A mano, 2, p. 188, cap. 4, nota 24.

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